martes, 2 de enero de 2018

EL FERROCARRIL DE LA ROBLA EN SU 125 ANIVERSARIO (XVIII)

En 1948 el ferrocarril de La Robla alcanzó el máximo de viajeros en un año, con cerca de millón y medio de pasajeros transportados. Fotografía de Harald Navé
 
AUGE Y DECANDENCIA
 
El ferrocarril de La Robla vivió en la inmediata posguerra sus años más prósperos. La emigración hacia Bilbao de muchos de los habitantes de los pueblos recorridos por la línea, así como el estraperlo y la busqueda de alimentos de primera necesidad llenaron sus trenes de viajeros que, en 1948, batieron el récord histórico de demanda, con 1.450.984 viajeros. Por su parte, la recuperación de la industria incrementó la demanda del carbón de las minas palentino-leonesas. En 1958 el hullero transportó 908.646 toneladas.
El transporte de mercancías alcanzó su cénit en 1958. Fotografía de Harald Navé
 
La constante mejora del tráfico permitió a la empresa ferroviaria compensar el notable aumento de los gastos de explotación, sobre todo, de la mano de obra, cuyos salarios incrementaba por decreto el gobierno franquista, al mismo tiempo que impedía a las compañías concesionarias actualizar las tarifas con el propósito de contener la galopante inflación que, en aquellos años, caracterizó a la economía española.
En los años cincuenta se inició la progresiva sustitución de las locomotoras de vapor por las diésel. Fotografía de Peter Willen
 
La progresiva mejora de la situación económica del país resultó contraproducente para el ferrocarril de La Robla. La motorización de la sociedad, con el popular Seat 600, y la proliferación de autobuses restaron viajeros a sus trenes, de modo que en 1971 solamente fueron utilizados por 671.269 viajeros. Al mismo tiempo, la implantación de nuevas fuentes de energía, como la electricidad y los derivados del petróleo, redujeron el protagonismo del carbón y, pese a la irrupción en 1964 de un gran consumidor en la zona, la central térmica de Velilla en Guardo, ese mismo ejercicio de 1971 el viejo hullero solo transportó 510.269 toneladas.
Para financiar la compra de nuevas locomotoras, el ferrocarril de La Robla vendió a la chatarra todas sus locomotoras de vapor. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
La caída de la demanda provocó que el ferrocarril dejara de ser rentable. En 1967 la empresa repartió por última vez dividendos a sus accionistas y en 1972 se vio obligada a renunciar a su explotación. El 6 de marzo de dicho año la empresa pública FEVE se hizo cargo del servicio.
La aparición de nuevos tráficos, como el transporte de las arenas de Arija, no impidió la ruina del ferrocarril de La Robla. Fotografía de Rafael Fernández-Llebrez Puché
 
 

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