viernes, 7 de junio de 2013

ÚLTIMOS APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA TRACCIÓN ELÉCTRICA: LA TRACCIÓN EN LOS VEHÍCULOS


Rotor de un motor de tracción ferroviaria en corriente continua
 
En las electrificaciones en corriente continua se ha utilizado tradicionalmente motores de colector, los cuales se distinguen por su gran flexibilidad, es decir, con capacidad para proporcionar un esfuerzo de tracción elevado durante el arranque del tren, al mismo tiempo que ofrecen la posibilidad de funcionar a grandes velocidades con un esfuerzo de tracción reducido.
En primer plano, motor de tracción de corriente continua construido por Cenemesa
 
Para lograr esta flexibilidad en el motor de corriente continua, es preciso disponer de un sistema que permita variar progresivamente la tensión, para que sea posible iniciar la marcha con suavidad y, progresivamente, aumentar la velocidad a medida que se incrementa el voltaje que llega a los motores. Y sin embargo, uno de los grandes inconvenientes de la corriente continua estriba en la dificultad de variar su tensión.
Bloque de resistencias de tracción de una locomotora Brown Boveri de los Ferrocarriles Vascongados
 
Para superar este inconveniente, se han desarrollado tres sistemas, que normalmente se encuentran combinados en el mismo vehículo. Son los siguientes:
 
-          Intercalado de resistencias en serie con los motores, que absorben parte de la tensión de línea. A medida que aumenta la velocidad del tren éstas se van reduciendo progresivamente, hasta poder eliminarlas por completo.

-          Variación de la conexión de los motores, iniciando la marcha en serie, para pasar posteriormente a serie-paralelo y finalmente a paralelo, con lo que se consiguen diferentes tensiones de alimentación en los mismos. Por ejemplo, en un vehículo de dos motores se aplicará en cada uno de ellos la mitad de la tensión de línea cuando se conectan en serie y la tensión total cuando están en paralelo.
 
-          Shuntado de los campos inductores de los motores, para reducir el grado de excitación a medida que éste se incrementa.
Controller ACEC de un automotor de la serie 3400 de Feve. Girando manualmente la palanca central en el sentido de las agujas del reloj, el motorista podía combinar, en alta tensión, los cuatro motores del vehículo en serie, serie-paralelo y paralelo, al tiempo que eliminaba las resistencias de los circuitos de tracción. Asimsimo, girando dicha palanca en sentido contrario, podía utilizar los motores como freno eléctrico. La pequeña palanca de la derecha permite la marcha adelante o atrás y selectar motores
 
Para efectuar las diversas combinaciones anteriormente descritas, se dispuso inicialmente de unos reguladores rotativos que a medida que eran accionados manualmente por el conductor, establecían uno u otro circuito eléctrico. Estos equipos, también denominados combinadores o “controller”, trabajaban a tensión plena, por lo que podían resultar peligrosos en caso de producirse en ellos un cortocircuito ya que se encontraban junto al maquinista. Este sistema de regulación directa ha sido utilizado, por lo general, en valores no superiores a los 1.000 voltios, principalmente en tranvías, así como en las electrificaciones ferroviarias más primitivas.
Cámara de alta tensión de un automotor Ganz de los Ferrocarriles Vascongados, en la que se aprecian los contactores de tracción, de tipo electroneumático
 
A principios del siglo XX comenzaron a generalizarse los sistemas de control indirecto. En estos casos, el maquinista acciona un regulador a baja tensión, que envía las órdenes oportunas a los contactores de alta tensión (de actuación eléctrica o neumática) situados en una cámara debidamente aislada y protegida, con los que se establecen los circuitos eléctricos requeridos. A partir de los años veinte se desarrollaron sistemas de aceleración automática, que detectaban la intensidad del consumo, eliminando automáticamente los diversos circuitos de resistencias a medida que ésta alcanzaba los valores previamente determinados.
Las unidades de la serie 200 fueron las primeras, en el País Vasco, dotadas de chopper. Fotografía de Javier Vivanco Ruiz
 
El sistema de tracción mediante combinación de circuitos demostró durante años su gran fiabilidad. Sin embargo, energéticamente era poco eficiente, ya que durante todo el proceso de arrancada, una parte importante de la energía consumida se disipaba en forma de calor en las resistencias eléctricas. Este problema ha podido solucionarse gracias a los avances técnicos en materia de electrónica, a partir de los años sesenta, mediante los denominados “chopper” o “troceadores”, cuyo funcionamiento se basa en diodos que permiten regular con gran suavidad la tensión que llega a los motores desde O hasta el voltaje máximo de la línea.
Unidad de metro de la serie 2000 de Madrid, pionera en la utilización de los motores de tracción trifásicos en España
 
El posterior desarrollo de la electrónica ha permitido la utilización de motores trifásicos asíncronos al ser posible variar de una forma sencilla la frecuencia y la tensión que los alimenta. Esta clase de motores son mucho más robustos que los de corriente continua, al carecer de un elemento sometido a continuo desgaste como es el colector, por lo que en la actualidad representan la tecnología más avanzada en materia de tracción eléctrica. Los primeros vehículos de este tipo que han circulado en España y uno de los primeros construidos en serie en toda Europa, fueron los trenes de la serie 2.000 del Metro de Madrid, dotados de equipos de tracción de la firma alemana AEG.
Las primeras locomotoras con motores trifásicos de Renfe fueron las 252
 
Otra elemento característico de las locomotoras y automotores en tracción eléctrica es la disposición de sus motores, los cuales pueden estar suspendidos por la nariz, enteramente suspendidos o suspendidos en caja.
Bogie de una locomotora Brown Boveri de los Ferrocarriles Vascongados, donde se aprecian los dos motores de tracción suspendidos por la nariz
 
En la primera disposición, el motor está sujeto en un extremo al bastidor del bogie, mientras que en el otro se apoya sobre el eje de las ruedas, atacando directamente a su corona de engranajes. Esta disposición es la más primitiva y solamente es válida para velocidades relativamente bajas, ya que la mayor parte del peso del motor repercute directamente sobre la vía, lo que afecta a la conservación de la misma.
Bogie monomotor, enteramente suspendido, de una unidad 200 de EuskoTren
 
Los motores enteramente suspendidos están sujetos directamente al bastidor del bogie. Para compensar los movimientos relativos entre éste y el eje, debido a las oscilaciones producidas por la suspensión primaria del vehículo, es preciso instalar una transmisión elástica. Como el peso del motor no repercute directamente sobre la vía, al estar amortiguado por la suspensión primaria, este sistema es apto para velocidades elevadas.
El famoso "platanito" de Renfe fue el primero en emplear motores de tracción situados en el bastidor del vehículo
 
Por lo que respecta a la tercera modalidad, el motor se emplaza bajo el bastidor del vehículo, por lo que la transmisión debe compensar los movimientos relativos generados por las suspensiones primarias y secundarias del bogie y también por su propio giro. En España, el popular "platanito" fue el primer tren en utilizar esta disposición de los motores de tracción, más tarde repetida en series como las 490, 120 y 121 de Renfe o la 3.600 de Feve.
Bogie de una locomotora de la serie 7600 de Renfe. Se aprecian los tres motores de tracción, uno para cada eje
 
La disposición tradicional en los vehículos de tracción eléctrica es la de un motor de tracción por cada eje. Sin embargo, a partir de los años sesenta comenzaron a difundirse los bogies monomotores, en los que un solo motor, de mayores proporciones, acciona los dos ejes del mismo bogie, como es el caso de las diversas series de la amplia familia de locomotoras "japonesas" de Renfe.. Esta configuración ofrece mayor adherencia y reduce el riesgo de patinaje. Sin embargo, la aplicación de la más moderna electrónica ha limitado notablemente este problema por lo que en la actualidad, la mayor parte de los trenes se vuelven a construir con motores independientes para cada eje.
Locomotora 269-601 de Renfe, dotada de bogies monomotores y control mediante chopper
 
Por último cabe recordar que los motores eléctricos son reversibles, por lo que también pueden utilizarse como freno, bien sea reostático, bien de recuperación. En el primer caso, la energía generada en el frenado se disipa en forma de calor en las resistencias eléctricas situadas en la propia locomotora o en las subestaciones, mientras que en el segundo, puede ser devuelta a la línea aérea para su consumo por otro tren o incluso entregada a la red de distribución, con el consiguiente ahorro energético.

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada. En la segunda foto se ve que la 200, en la época de los 3 coches M-R-M usaban el pantógrafo ajeno. Desde las últimas reformas, en estas UT, traccionan usando los dos pantógrafos, ya que cada motor va independiente, pudiendo hacerse semitrenes aprovechando al máximo la energía de un motor en caso del fallo de otro, es decir, selectando motores, al igual que en metro bilbao. Si me equivico, corrígeme.

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  2. Tengo fotografías del 2000, rojo con bandas blancas, numeración VR-14 y 15, dos unidades del suburbano de Madrid, ahora es línea de metro. Pero me asalta una duda, muchos indican que son 3000.

    Buen blog. Saludos.

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